Domingo, 1 de abril de 2012
Ferreira se brinda a bajarnos desde el
monte Sao Felix a la carretera, pero nos aconseja que en vez de ir hacia Povoa
de Varzim,lo hagamos hacia Estela, en la misma carretera N13, pero ya más
arriba. Está más cerca de Viana y se acortan unos cuantos kilómetros. Así lo
hacemos. Nuno Ferreira lleva las bicis en un coche y nosotros vamos en el otro,
con su padre. Nos dejan en Estela y nos despedimos con un abrazo sincero y con
ganas de volver a vernos pronto.
En Estela hay una gran feria.
Fundamentalmente se trata de productos agrícolas, pero también abundan los textiles,
las prendas de vestir, pequeñas máquinas y útiles-herramientas, productos para
el campo, animales vivos, alfombras, pequeños muebles de madera y artículos de
cocina y hogar. Una especie de Corte Inglés desparramado, que recuerda a los
zocos marroquíes o egipcios. Se ve que tiene éxito porque está abarrotado de
gente y los dos márgenes de la carretera, durante varios kilómetros,
atiborrados de coches.
El tiempo es el mejor para la bici,
ligeramente cubierto y un poco fresco. La carretera hasta Esposende es llana,
con un buen arcén y aburrida, por lo que hacemos unos cuantos kilómetros a buen
ritmo. Poco antes de Esposende circulamos otra vez por alguna pasarela junto al
mar, muy agradable. Desde aquí el camino se hace más rutinario (es la primera vez
que observo que rutinario viene de ruta y ahora estoy convencido de que sé
exactamente lo que quiere significar). Es domingo y nos cruzamos con muchos
ciclistas, profesionales, aficionados, solos y en equipo, con alforjas como
nosotros, en familia o de paseo. Hay mucha afición a la bici en esta zona
costera de Portugal.
Durante estos kilómetros monótonos es
cuando te paras a darle vueltas a las cosas, a pensar. Yo cavilo sobre esta
forma de viajar, o quizás sobre viajar, sin más. Creo que lo bueno de moverse
fuera del ámbito al que estás acostumbrado, al círculo que dominas, al entorno
más familiar, es que te expones. Te enfrentas a nuevos paisajes, a nuevas
circunstancias, a situaciones a las que estás menos acostumbrado y con unas
herramientas que no son las habituales, las que tienes y conoces de siempre. Es
importante porque de esas nuevas relaciones con aquello que te rodea surgen
nuevas preguntas y nuevas respuestas, que enriquecen con nuevas soluciones e
incluso con nuevos problemas que no te formulabas en tu marco habitual.
Pasa rápido el tiempo en medio de la
elucubración. Por fin divisamos el fantástico puente de Viana do Castelo sobre
el río Lima. Aunque hemos acortado un poco la etapa ya llevamos 37 kilómetros
en las ruedas. Bueno, en las ruedas y en las piernas pero yo, sobre todo, donde
peor los llevo en el culo. Está claro que para meterte con éxito en una
aventurilla ciclista de éstas por etapas conviene unos días antes hacer horas
en el sillín para que se endurezca el trasero previamente y luego no te de la
lata durante el viaje.
Al subir a la Plaza de la República oímos
cornetas y tambores y nos acordamos que estamos en Semana Santa, de la que nos habíamos olvidado por completo. Hoy es domingo
de Ramos. Se monta una buena en la plaza de Viana. Con voz dramática, el obispo radia en directo para todo el pueblo desde el balcón del antiguo Ayuntamiento el encuentro entre
Jesús camino del calvario y su madre. Los dos "pasos" se encuentran frente a frente. Un espectáculo de fé que se vive con
fervor religioso y que así se aprecia en los rostros de los ciudadanos allí congregados.
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